Rumbo perdido

Camino sin avanzar siguiendo los restos de los sueños que me prometí cumplir cuando tuviese 27. Siento que la vida se va, cada día, en cada sonrisa que finjo mientras desnuda en el baño caen las gotas de melancolía.

Como roble ante el mundo, sin una sola persona que conozca realmente lo que soy, lo que siento, lo que quiero, ni siquiera quien ha dicho amarme por más de 8 años.

Definitivamente, siento que aquí no hay espacio para mi, nadie que pueda escucharme, nadie que pueda ponerse en mis zapatos. Aquí solamente cabe el dolor de los demás, los sueños de los demás, el descontento de todos los que me rodean. Y yo, entre mascaras, donde escuchar y ayudar es mi única vocación, debo permanecer quieta, esperando que algún día, un ángel se interese en querer saber lo que pienso, sin tener que sentir yo la responsabilidad de fingir estar bien para él.

Quisiera escaparme de mi, quisiera no ser quien soy, pues aunque todos me dicen «no hay nadie como tú», «eres única», «te admiramos», «siempre estás para todos», hoy pienso que no quisiera más ser esa persona, quiero ahogarme en mi llanto y no volver a respirar, quiero despojarme de todo y huír, donde no tenga que cargar con las responsabilidades de los demás, donde pueda vivir, donde pueda soñar nuevamente y encontrar una nueva brújula que me ayude a dibujar mi camino.

Donde pueda leer, escribir, correr, soñar, vivir.

Donde alguien se interese en lo que realmente siento.

Donde pueda dejar de pedir y buscar, algo que tal vez, nunca llegará.

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